treinta. otra vez
Tus pasos abren puertascerradas
en la noche desierta de gente en silencio.
Estás casi tan sola,
con medio mundo afuera
y medio adentro,
que se mezclan impotencia,
gratitud, cariño, ira
y el vacío persistente
bajo esa matemática imprecisa
en que el cero
no es absorbente, sí
infinito.
El crisol se abre,
cada huella revuelve,
purifica.
Sos un alma,
sos dos, tres.
Un alma
de eterna memoria que,
inmaterial,
no cae.
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