medio invierno (título a confirmar)
¿Y qué decirte cuando, mes o más tarde, noto la tibieza, fría como nieve, mal distribuida cual nueces en budín? ¿cómo pensar lo contrario si la aridez de la tierra es irremediable, si matas achaparradas cubren el suelo y me pincho los pies (ni siquiera tienen rosas, las espinas)?
No partió, el tren; sin embargo no estás. Tal vez el ser diminuta no me permita ver que equis a la menos nueve años luz es más o menos que una eternidad, pero no eso, porque magnitudes físicas como agua y aceite (¿como nosotros?).
Llego otra vez al tiempo y maldiciones semejantes y Joni que no se calla
I worry sometimes You could complete me, I'd complete you nimias, frente a la funesta imagen coincidente. Arena, mar, Joni callate, los cierro, café.
Corte de luz, anomalía, cae, cae, cae.
Final en crisis, pero no revolución.
diciembre.
La mentira se irguió
otra vez verde
completando el ciclo.
Ya sin fingir sonrisas
-no hay nadie para no verlas-
pinta despacio aquellas opacas
luciérnagas pigmentadas,
escucha gritos cuando
debería canciones y recuerda
el terrible significado del rojo.
De a poco
siente que se derrumba,
desea en secreto
un letargo que tiene
prohibido manifestar por miedo a hospitales.
Un engaño que gustó
mientras fue dulce
en la burbuja.
Ahora se guarda en su coraza
y espera al invierno.
Y así empieza.
Revolviendo cajones, escondiéndose en armarios, se encuentra uno con su pasado y las añoranzas que acarrea o no. Revive ciertos momentos, ríe otros para terminar detestando al tiempo por ser incontrolable y concluir que no lo medimos, sino que él nos mide a nosotros.
Así termina uno deshaciéndose del reloj para extrañarlo en el subte al otro día. Se repite la tarde lluviosa, se vuelve al armario. Otra vez a buscar algo vivido, pero sin saberlo. Justo antes de encontrar el reloj -¿a tiempo?- nota el carácter cíclico de algunas cosas.
Aquellas lágrimas -eternidad mediante- sólo cambiaron de color.